💙 Hambre: es importante mantener una disciplina de horarios en la alimentación del pequeño. Debemos anticiparnos a cualquier circunstancia que pueda retrasar la toma para evitar la sensación de hambre, que puede hacer que entre en un bucle de llanto e incomodidad que le haga incluso rechazar el alimento.
💙 Sueño: cuando los niños están cansados, tienen sueño pero no pueden dormir, entran en un estado de nerviosismo que acaba convirtiéndose en llanto, mal humor e irritabilidad.
💙 Humedad y suciedad: la sensación de humedad y/o de suciedad produce un malestar que les puede llevar a un llanto incesante y este llanto puede finalizar cambiándole el pañal.
💙 Incomodidad: una mala postura, varias capas de ropa o la ropa demasiado ajustada pueden incomodar al bebé.
💙 Aburrimiento: a los niños les gusta estar todo el tiempo entretenidos y, sobre todo, que les entretengan. Cuando no se sienten lo suficientemente atendidos utilizan el llanto como mecanismo para llamar la atención y este termina cuando lo llevamos en brazos o lo distraemos cambiándolo de habitación.
💙 Exceso de estímulo: en ocasiones deseamos estimular demasiado el desarrollo de nuestro pequeño y eso puede llegar a sobreexcitarle. El exceso de estímulo puede desencadenar sobreexcitación e irritación y, como consecuencia, el llanto.
💙 Enfado: cuando a un niño no le dejan hacer lo que quiere o cuando no lo cargan cuando él desea, se enfada y presenta un llanto parecido al llanto habitual, pero más agudo.
💙 Ruido: los sonidos bruscos también pueden asustar al niño y desencadenar el llanto.
💙 Tensión: en ocasiones, como desahogo de las tensiones acumuladas a lo largo del día, algunos niños se relajan llorando sin causa aparente.
💙 Enfermedad: los periodos de incubación de algunas enfermedades y la propia enfermedad se pueden manifestar en un llanto intermitente y en un estado quejumbroso y de inestabilidad, así como en una mayor demanda de atención materna. En ocasiones, el niño da pistas sobre la causa del dolor, llevándose la mano constantemente a la misma zona (por ejemplo, a la boca si le están saliendo los dientes).
💙 Es posible que, descartados todos los motivos anteriores, nuestro hijo siga llorando. La causa puede ser afectiva, como el sentimiento de soledad provocado por la ausencia de sus padres.
Bibliografía: Guía practica para padres, desde el nacimiento hasta los 3 años – Asociación Española de Pediatría.