Lo más recomendables es que los animales domésticos, especialmente perros y gatos, estén lo más alejados posible de los bebés, por lo menos durante el primer año de vida. Estos animales acostumbran a oler y escarbar sus excrementos, y por ello incluso en su respiración pueden transmitir millones de gérmenes nocivos al pequeño.
Cuando en la familia hay una mascota, la primera precaución es tener el animal bien vacunado y desparasitado. Es indispensable que sepa acatar la orden más elemental, como por ejemplo quedarse quieto cuando se le solicita.
Las costumbres de tu mascota van a variar con la llegada del bebé, acostúmbralo a estas variaciones por lo menos un mes antes de la llegada del niño. De esta forma evitarás que el animal culpe al bebé de estas alteraciones en su rutina. Además, para evitar cualquier tipo de incidente recuerda nunca dejar sólo al bebé con tu mascota.
Bibliografía: Guía para madres y padres primerizos – Mi Bebé