Probablemente te preguntarás qué pasa, por qué no lograr calmar ese llanto continuo o reiterado. Te sentirás más nerviosa y se generará un círculo vicioso: ambos – madre e hijo – se pondrán muy irritables y esta situación acabará por afectar a toda la familia.
Dormirán mal, las culpas aumentarán en ti por sentir que no lo puedes calmar y te preguntarás si estás haciendo algo mal o si se trata de un niño que está enfermo.
Evita ese tipo de situación, si el bebé llora sin parar puedes probar lo siguiente:
Verifica si tiene hambre.
Revisa sus pañales.
Intenta ponerlo en otra posición.
Cántale.
Háblale suavemente.
Cárgalo.
Paséalo.
Y si luego de probar todo lo que se te ocurre, tu niño sigue llorando mantén la calma. Él percibe si estás preocupada. Y nunca lo sacudas, aunque te sientas desbordada. Si ves que no puedes más y necesitas una pausa, pide la colaboración de tu pareja, de un familiar o de algún amigo. Ten presente que todos los bebés lloran, que el tuyo también lo haga no significa que no lo sepas cuidar. Haz todo lo que puedas para calmarlo, pero si no lo consigues, no le agredas ni te culpes.
Los bebés reaccionan así porque necesitan de alguna manera expresar lo que sienten y como no pueden hablar, lloran se niegan a comer, a dormir o hacen todo a la vez. Expresan con su cuerpo lo que no pueden expresar con palabras.
Bibliografía: Bienvenido bebé – guía completa para el cuidado del recién nacido de 0 a 3 meses.