En la mayoría de los casos, el pequeño puede iniciar el apoyo del pie y la marcha por casa con calcetines que le protejan del frío. La misión del calzado es proteger y abrigar el pie, y no aprisionarlo aislándolo de los estímulos internos (movimiento, equilibrio, postura) y externos que permiten su desarrollo muscular normal.
- El zapato debe dejar libre la articulación del tobillo al caminar (subir y bajar el pie). La suela del zapato debe ser antideslizante y flexible para que el niño flexione el pie al caminar. Debemos poder doblar la parte delantera de la suela fácilmente hacia arriba con la mano.
- La puntera ha de ser redondeada y ancha para permitir el movimiento de los dedos y que éstos no lleguen a tocar por delante el final del zapato por dentro.
- Los materiales deben ser lo más naturales posible para que permitan la transpiración de los pies, el forro no debe tener costuras que le hagan rozaduras y los zapatos pueden ser modelos con agujetas o con velcro en el empeine.
- Cuando compres sus zapatos debemos probarlos con los calcetines puestos y procurar que haya un espacio de 0,5 a 1,5 cm entre su dedo más largo y el calzado. Debemos presionar en la punta del zapato por la parte superior para ver si los dedos rozan, si es así es que el calzado es demasiado pequeño.
- No hay que comprar nunca zapatos de un número mayor con la idea que de que le va a durar por mucho más tiempo, si se le sale o se desliza el talón, hay que probar otra talla hasta encontrar la correcta.
Bibliografía: Guía practica para padres – Asociación Española de Pediatría