El masaje infantil es un lenguaje no verbal, una forma que la mamá tiene a su disposición para trasmitir afecto y ternura.
🌟 Alivia su dolor de estomago…
Si el niño tiene dificultades para hacer popó o para expulsar el aire, se le masajea la pancita en el sentido de las agujas del reloj. Si el pequeño está colocado boca arriba mirando a la mamá, ella moverá las manos de izquierda a derecha. El toque debe ser muy suave al principio y, después, si el bebé demuestra que le gusta, más decidido. En cambio, si el niño sufre diarrea, el masaje debe realizarse en la dirección contraria.
Si el problema son los cólicos, además del masaje en sentido horario, se podrá probar el siguiente ejercicio: agarrando los pies del pequeño, se acompañan sus rodillas con movimientos delicados hacia la pancita. A continuación, se ejerce una leve presión y se realiza un movimiento circular. Por último, se le estiran las piernas. Se aconseja masajear la pancita del bebé dos veces al día, en momentos distanciados de las “crisis” de dolor, durante un mínimo de dos semanas.
🌟 Favorece la relajación antes del sueño…
Si el masaje se lleva a cabo en el momento del sueño, el toque delicado de la mamá ayuda al pequeñito a relajarse.
También en este caso, se puede empezar por los pies y las piernas. Si el niño está especialmente abierto al contacto, se podrá continuar con la cara. En esta ocasión, se realiza un movimiento en extremo delicado por encima de los parpados, rozándolo con los dedos desde las cejas hacia la nariz.
Otro tipo de masaje que favorece el sueño es el realizado en la espalda. Se utiliza la técnica del “peine”, es decir, se mantienen los dedos separados y se realiza un movimiento suave y ligero, desde la cabeza hacía las pompis del bebé. El masaje debe efectuarse evitando la columna vertebral, por lo que los dedos se deslizan a los lados de la columna.
*Y no olvides, antes de masajear a tu pequeño, calienta con tus manos la crema o el aceite que le vas a untar.
Bibliografía: Revista Mi bebé y yo – edición Abril/Mayo 2019.