Nos comunicamos principalmente con el contacto físico, porque al bebé le gusta que lo toquen y manipulen con cariño y seguridad.
Conviene que los adultos, si están nerviosos, tristes o enojados, hagan el esfuerzo de recuperar la calma antes de encargarse del bebé, para no trasmitirle la tensión.
La mirada lo alimenta tanto como la leche; establecer contacto visual con sus figuras de apego ayuda a su desarrollo mental y emocional.
Las vocalizaciones lo vinculan con el mundo, lo acompañan y lo introducen en el lenguaje que en algunos meses empezará a expresar también él. El tono, la intensidad y la cadencia de las voces van adquiriendo sentido de mensaje.
Con las palabras podemos calmarlo cuando está nervioso y estimularlo cuando es necesario.
La estimulación de cada uno de los sentidos ayuda a su desarrollo sano, y a través de todos ellos podemos jugar con el bebé.
Bibliografía: Guía sobre pautas de crianza para niños y niñas de 0 a 5 años de edad – UNICEF.